viernes, 8 de febrero de 2019

Ese muerto está muy vivo





Vamos a ponernos serios porque hay que hablar de la muerte. De la muerte relativa. De la posible muerte. Vamos, de una muerte diferente. En seguida lo entenderán.

Vi un programa anoche sobre la criogenización, ya saben, ese método que consiste en congelarte al morir por si en un futuro algo se descubre para hacerte resucitar. O sea, lo que hizo Jesucristo con Lázaro hace más de dos mil años, pero en versión sofisticada y con más glamur que un tipo barbudo y plasta que te despierte del letargo eterno a grito pelado y ordenando ¡venga, levántate y anda! 
Y para empezar les voy a dar un disgusto, Walt Disney no está congelado. Si pensaban volver a verlo dibujándole las orejas a Mickey, olvídenlo y denlo por muerto para los restos. En el mundo sólo hay un lugar donde se lleva a cabo la susodicha práctica, está en Arizona y Walt no cuenta entre los 124 cadáveres heladitos de frío.

Si pretenden tener más vidas que un gato y saber lo que se cuece en el 2100, preparen primero 150.000$ más gastos de envío, porque el fiambre ha de llegar a la empresa antes de 48 horas. Es decir, supongamos que a usted le atropella un tráiler hoy a las 12 h en la NII a su paso por  Bujaraloz. Le deja más plano que al Correcaminos, desfigura su cráneo, retuerce las tibias, abre las tripas en canal y presumiblemente lo mata. Su familia, que de antemano sabe que reservó su tanque de nitrógeno líquido en Alcor, en vez de llorar o enzarzarse con el camionero, lo que debe hacer prestamente es ponerse a buscar en Booking un vuelo a Scottsdale. Imaginemos, ya puestos a soñar,  que lo encuentran (desde Barcelona, sin huelga de taxis  y haciendo escala en New York y Phoenix) y a la llegada al aeropuerto de Yuma, un coche fúnebre les espera ya con el aire acondicionado bajo cero.

Lo primero que le harán al difunto (o a lo que queda de él) es darle de hostias –como si no hubiera tenido bastante- para revivirlo durante unos segundos, ya que insisten en que las células no mueren hasta pasados dos días, luego se extrae la sangre y se inyecta líquido criogénico en su lugar, se sumerge en una bañera de hielo para que se vaya acostumbrando a lo que le espera y se traslada al tanque con otros 3 fallecidos y una cabeza. Sí, un detalle que había olvidado mencionar: puede usted criogenizar solo su cabeza en el caso de haber muerto en la toma de la Bastilla o  en la película Seven, y en su día, si eso,  ya se la coserán a otro cuerpo decapitado.

Otro dato importante es que se lleve consigo (sus familiares en este caso, que usted está kaput) un cofre o caja decorada con recuerdos de su vida, porque existe una alta probabilidad de que no recuerde ni lo del camión cuando despierte, y le va a servir de gran ayuda una foto de sus abuelos si despierta en el siglo XXX con la mitad de la población en Marte y la otra viviendo en cápsulas de oxígeno activo.

Y eso es todo. Pero con tanto detalle e información, y visto lo que cuesta en vida (pago por adelantado) lo del resucitar en un futuro, yo tengo un arcón congelador del tamaño de un tráiler que les ofrezco por 500 pavos. Y lo de las hostias es optativo.