jueves, 7 de febrero de 2019

la vida es ella (Pati)




Tengo una fan number one que en horas de clase lee mi blog. Cuando algo le impacta me manda una captura de pantalla vía whatsapp con expresiones calificativas del tipo “jajajaj” o “joder qué bueno” seguido habitualmente de corazones y besos. Si la cosa va de feminismo probablemente lo comparta en su historia, si hace referencias a hechos del pasado no célebres me dice que no ha entendido la mitad y no conoce a Torrebruno. Pero ahí está de cuando en vez, si le pica, se aburre, recuerda que tiene que leer y leer y leer, o, como ella dice, farda con los colegas de una madre creativa.

Creo que cada día, mientras comemos y vemos un episodio de Grace y Frankie, le digo lo mucho que la quiero, lo increíblemente guapa que es, y que se tome un plátano. Y seguro que cada semana, cuando me cuenta de sus ligues, sus aspiraciones, su radicalidad contra el machismo, su entreno o sus viajes en tren encontrándose a todas aquellas con las que se lió en tal fiesta de tal día, le digo lo mucho que la admiro y lo inmensamente (con superlativos incluidos) orgullosa estoy de ella.

Desde el corazón os digo que tuve una suerte inmensa con toda esa confabulación del universo que hizo que nuestro destino se cruzara, se cruzara y se quedara quieto en GuangNing, a la espera de que su padre y yo la fuéramos a buscar, hace exactamente diecinueve años y tres semanas, con todo lo  que desde entonces ha pasado, con todos los sustos de patinetes, bicis, motos y partidos. Con esos desamores que le duran unas horas, con febradas, exámenes, recogidas de madrugada en discos, viajes, invasiones de casa con la pandilla, preguntas sin respuesta, genio y millones de sesiones de besos.

Que ni dibujándola me podría haber quedado mejor, que su perfección se ha ido haciendo a base de confianza y anarquía, y que he tenido la suerte –hemos tenido la suerte- de que la historia nos ha salido redonda y satisfactoria.

Le queda la tira por ver y conocer, por llorar y troncharse de la risa, pero si los cimientos son la base de una edificación, el colchón que le hemos proporcionado toda la familia y amigos, lo va a tener ahí como punto de partida, como referencia ante los momentos agrios y para saberse merecedora de lo mejor.

Aunque unos días tarde, gracias Pati, por estos años y por los que nos quedan. Eres  -y lo guay es que lo sabes- una tipa cojonuda. Love, love, love. 
Mami.

PD: Y sécate el pelo.