domingo, 31 de marzo de 2019

Grandes esperanzas (grandísimas, más bien)




No diré quién ni cuándo, pero conozco a más de una persona que está inscrita en alguna web para encontrar pareja. Hace años, muchos, cuando todo esto empezó, yo misma me lancé a la aventura, con un sinfín de paupérrimas anécdotas que algún día relataré. Y es que para tal hazaña, habría que impartir previamente algún cursillo o prestar atención a mis sabios consejos.   

Lo primero que se necesita, aunque a priori parezca que carece de importancia, es un seudónimo llamativo pero lo justo, ya que solo con leer el nombre una (les voy a hablar siempre desde la perspectiva de mujer busca hombre) se puede echar atrás. Los diminutivos juguetones del tipo “pequeño pero matón” o “pitufo feliz” o “elfo del bosque encantado” delatan deficiencias que no ayudan a la curiosidad, por lo que recomiendo un nick que como mínimo reúna misterio sin demasía. Un tipo elevadamente cabalístico “el conde las tinieblas” “pupilas dilatadas” o “soy de Saturno” alejarán a la dama si ésta tiene dos dedos de frente. Elijan algo que se delimite por la normalidad e inspire ternura sin cursilería. No a “Tocinillo de cielo”, no a “Coulant con secreto caliente” no a “Leche condensada a mansalva”. Si usted se llama, por ejemplo, Alberto, sea simplemente Alberto1965, o Abt65. Sencillo, sincero, con las pistas justas y al siguiente paso que es buscar una buena foto de presentación.

Evite, de corazón se lo digo, todos aquellos selfies tan cercanos y con tal perspectiva que hacen que su nariz toque la pantalla y hasta se descubra un moco; si se le han cerrado los ojos por el flash, se ve al fondo la tapa del váter levantada, pretende imitar al chico Martini o poner morritos como si se estuviera sacando un trozo de chorizo de una muela, repita la instantánea hasta que parezca un ser de este planeta que quiere encontrar pareja y no uno dispuesto a ganar un concurso de frikis. No salga medio desnudo tirado en el sofá, usted no se parece al musculitos de la Coca Cola, y a lo más que se asemeja es al haber caído desde una avioneta haciendo tirabuzones.

Si el fondo es un yate, que sea el suyo, y si lo que ha alquilado es un patín o va en la golondrina del puerto, casi mejor que vuelva al sofá o se haga la foto allí donde de verdad pase su tiempo, ora la oficina, ora en la cocina delante del jamón. No guiñe el ojo, no se haga el gracioso sacando la lengua, no haga muecas para aparentar ser un tipo divertido, parece gilipollas y pasarán al siguiente perfil no sin antes lanzarle improperios varios.

Bien, supongamos que ya es Abt65 y tiene una foto vestidito de calle, que siendo más guapo o más feo, a algunas puede agradar. Vamos a resumir en unas frases lo que le gusta, a qué se dedica y qué es lo que busca.

En el 95% de los casos, lo que más hacen los hombres en este país (según sus preferencias en estas webs) es: 1. Viajar 2. Navegar 3. Leer 4. Reuniones sociales. O sea, mentir. Y si miente de entrada llegará un momento en el que frente a frente, en una primera cita, le pregunten qué países ha visitado, qué tipo de embarcación tiene, cuáles son sus autores preferidos y qué tal es su grupo de amigos. A lo que se verá obligado a responder que no ha salido de la comarca, la zodiac es de un amigo de su ex mujer, lee el Marca y cada domingo ve el partido en el bar de la esquina con los del barrio.

En serio, si su vida es monótona, dígalo. Precisamente está ahí para cambiarla, no pasa nada por escribir que le gusta el fútbol, que está del trabajo hasta los huevos, que qué va a leer si llega reventado y que no tiene grupo de amigos algunos porque todos se posicionaron al lado de su ex. La naturalidad le va a dar puntos y el fantasmeo más tarde o más temprano, se los quitará.

No hable de sexo en su descripción; no necesitamos saber si la tiene pequeña o a lo Rocco. Si nos interesa usted, ya lo descubriremos. No pregunte si les gusta chuparla o practican el sexo anal. Ni cuente cuánto le dura dura, ni que es un salvaje en la cama. Su historial sexual hasta el momento importa menos que el clínico. Sea prudente, educado y no se deje llevar por el impulso testicular.
Omita el victimismo. No hay nada más penoso que una persona lloriqueando por lo mal que le ha ido en el amor y lo terrible que lo pasó con sus doce anteriores parejas, encontrando amantes en el armario, bajo la cama y hasta en su furgoneta de reparto; está usted en una página de citas, no en la consulta del psicoanalista. Si tiene ganas de llorar, busque una madre.

Una vez tenga una descripción de su manera de ser, sin copiar lo que su horóscopo dice de su personalidad, marque las casillas dispuestas para su pesquisa, lo más acercadas a su prototipo. No espere a que le escriba alguna a la que le tenga que decir que no le gustan 30 años mayores y con bisnietos; indíquelo que para eso está el cuestionario.

Acepte que usted no encaja en ciertas búsquedas ajenas. Si piden de más de 1,80 m. con pelo, licenciados y de raza negra, no insista en que hace de Baltasar en la cabalgata, ni que en la mili medía 5 cm más, ni que melena tuvo en aquel entonces. Confíe en que existirá una mujer a la que enamorar, y no acose a flechazos que no harán  más que menguar su autoestima y propiciar su expulsión de la red por plasta.

Y por favor, si llega a quedar porque parece que lo expuesto ha llamado la atención de alguna candidata, y esa misma mañana ha tenido un cólico nefrítico, no le diga a media cena ilusionándola vilmente: “Mira, te he traído un regalo” y que en el interior de un envoltorio plateado, aparezca una pedrusco vano y opaco que horas antes ha sido expulsado por la punta de su polla, que por muy grande o pequeña que usted la tenga, va a ser lo de menos. 

viernes, 22 de marzo de 2019

el olor de la papada hiede



No me cansaré de repetir que la realidad supera con creces la ficción en todos los campos y que no somos capaces de imaginar cómo nos pueden sorprender diariamente noticias casi increíbles.

Cuando hace unos días escuché que la UE se estaba planteando crear un impuesto para las ventosidades de las vacas, di dos pasos atrás (estaba en ese momento acercándome a los ojos de una de mis viñetas) para mirar de refilón el televisor y prestar atención a lo que creía haber oído con distorsión.  Puse manos a las búsquedas y me encontré que las susodichas no son solo apestosas, sino que suponen un 15%  de los gases efecto invernadero que se emiten anualmente, y las flatulencias diarias de una vaca, equivalen a 300 litros de metano (gas por otro lado incoloro e inodoro, por lo que retiro lo de apestoso) Digo yo que el gravar al ganado con una tasa, no evitará que cualquier día explotemos todos por culpa de un bovino con dispepsia abdominal, y tal vez deberían centrarse más en el tipo de alimentación o en transformar ese gas noble en comida (también he encontrado un artículo sobre el emprendimiento de tal hazaña), pero yendo de una cosa a la otra y en vista de que las pedorretas vacunas no daban más de sí, me he entretenido en encontrar impuestos curiosos que sufren algunos ciudadanos del mundo.

En Japón, por ejemplo, se propuso crear un tributo para los solteros agraciados físicamente, rebajándolo a los cayos malayos y dividiendo así  a los cotizantes en 4 categorías: Guapos, normales, feos y muy feos. La objetividad del jurado la desconozco, pero imagino a una gran parte de la población masculina realizándose operaciones estéticas a la inversa o rezando para tener un hijo malencarado.

En Austria y más concretamente en sus poblaciones dadas al esquí y la afluencia de turistas amantes de la nieve, implantaron una tasa a todos aquellos que se dieran de bruces contra un abeto y necesitaran de una inmovilización de yeso para su fractura ósea. Era tal el registro de inútiles bajando en eslalon por el Tirol Oriental, que el gasto en escayola del gobierno no daba ni para una tarta Sacher.

En Corea del Sur a todo aquel que se realice una operación de estética innecesaria (así como la del japonés guapo de más arriba) tendrá que sumar un buen pico a la factura, ya que una simple malformación de napia u orejas, no son consideradas imprescindibles y sí un síntoma de vanidad y altanería (esto es cosa mía)

Resumiendo, que si es usted propietario de una vaca, guapo a rabiar, un patoso esquiador o tiene unas patas de gallo que le llegan a la nuca, vigile donde reside o pida asilo político en una nación de mínimas contribuciones, tribulaciones y por supuesto, emanaciones.

miércoles, 20 de marzo de 2019

El submarino (mental)




Hace unos días vi un documental sobre el submundo marino, el de más profundidad, donde la luz del sol no llega ni llegará. No os podéis imaginar el tipo de sociedad que se da allí abajo, donde cada uno tiene su función y nada pasa por azar.   Una organización vital perfecta en la que el cometido no es otro que el de vivir y sobrevivir. Si ocurre alguna mutación se debe en exclusiva a la mano del ser humano, pero afortunadamente es difícil que nuestro caos y afán de destrucción llegue a sus tinieblas. Si prácticamente la totalidad de nosotros desconocemos esa vida, qué no ignoraremos de otras existencias más allá del universo. Pero ese es otro tema del que no he venido a hablar.

Cada especie animal, incluida la nuestra por muy racionales que nos creamos, tiene una única representación en la naturaleza, y me da la sensación de que el hombre, se la está saltando a la torera. Si echamos un vistazo a las pocas tribus indígenas que quedan en la actualidad, nos podemos dar cuenta de lo terriblemente absurdo que hemos convertido nuestro paso por el planeta los del primer mundo, cuando nuestro cometido no es otro que obedecer, caminar por la línea que nos han trazado y seguir desde el momento en el que vemos la luz, todas las normas establecidas. Guardería a los pocos meses, estudios hasta los veinte, entrada en el mundo laboral, jubilación cuando te duelen hasta las pestañas y a lo sumo un par de días a la semana de aparente júbilo para, en el mejor de los casos distraerte y en el peor, quedarte aplatanado en el sofá porque no puedes con tu alma. Todo son contratos de uno u otro tipo sobre los que nadie te pidió conformidad; compromisos, ataduras, cuadrículas y un horario que cumplir. Al son del dictado avanzamos sin ápice de libertad, encontrando la felicidad en un mensaje social si llega, la risa en un programa de televisión absurdo, la angustia en cada noticia y una ansiedad generalizada que nos está convirtiendo en una humanidad apresurada, amargada, temerosa e infinitamente alejada de nuestra misión natural.

Yo no voy a ser la que salte del carrusel, llego tarde a la liberación, pero sueño con vivir en ese submundo marino, por poca luz que tenga  (o en algún otro sistema solar del que no he venido a hablar) en el que dejarse llevar por lo que suceda, en el que flotar sin una dirección trazada, donde la desnudez interior prime y las directrices las marque tu esencia nativa, nadando a corriente porque la contra no exista, y pasándote las tardes tranquilo y sin ambición, no haciendo nada más que ese suave y casi imperceptible: Glu, glu, glu…

jueves, 14 de marzo de 2019

¡Hay que ver cómo está el servicio!




Tú te levantas una mañana dicharachero y convencido de que puede ser un gran día, sin grandes expectativas, solo procurarte una jornada sin altercados, malas noticias, ni alteraciones.  Pero si uno de los factores de los que depende va relacionado con lo que te encuentras tras un mostrador, las posibilidades de triunfo, son menos que las de Pablito Casado en el Día del Orgullo Gay.

Reconozco que me gusta que me traten bien, sin necesidad de superlativos, simplemente con corrección y amabilidad, y para eso escojo un bar, una oficina bancaria, una panadería o un bazar.
Podría relatar cientos de anécdotas en las que se me han hinchado los ovarios con quien me atiende, como la dependienta del estanco al que cada mañana, truene o achicharre, acudo como un clavo obteniendo la misma respuesta diaria al adquirir mi paquete de Winston: “Ay, Gemma, que te vas a morir”… Y claro, un día, de esos en los que me levanté con la premonición de enfrentamientos, le solté: Y tú también, Margarita, también te vas a morir, aunque no fumes te puede atropellar un tractor, o darte un jamacuco por falta de tacto, o caerte un rayo, o asfixiarte con un hueso de pollo, o electrocutarte con la tostadora, o morirte de hambre si todos tus clientes dejan el vicio. Así que ahora me saluda de lejos y deja que me atienda el abuelo, con el que ya tuve una trifulca en la última huelga independentista (le amenacé con no volver si cerraba por la mañana)

O cuando en aquella comida de amigas, no hace mucho, pedí un flan casero de postre (ya contaba con que por “casero” entienden de polvo) y me lo trajeron cubierto de nata. -Perdona- le dije de entrada con firmeza pero educación – ¿Me podrías traer otro sin nata, es que soy alérgica?- (mentí) –No, el flan lo servimos así - -Lo serviréis así, pero no lo indica en la carta, pone “flan casero” sin adornos- - Pues viene con nata- -Ya me he percatado del suplemento, pero lo quiero sin- -Pues va a ser que no- - Pues dile a tu jefe o jefa que salga un momentito- -No está ni se le espera- -Pues con jefe o sin él ya verás cómo me vas a traer un flan sin nata o nos tiramos aquí toda la tarde plato va plato viene- Y me lo trajo. Y obviamente no me lo comí por miedo a que tuviera un lapo complementario.

Pero esta misma mañana, cuando después de una grata visita al Inem donde he sido atendida por una mezcla de Margaret Thatcher y Srta Rottemeier, me he sentado en la terraza de un bar para olvidar el percance; en vista de que nadie acudía a recibirme (siendo la única clienta) me adentro en el desértico bar y me encuentro a dos pipiolas con mandil que charlaban animadamente sobre a quién deberían expulsar de GH. Sin perder la calma y con la mejor de mis sonrisas falsas (tengo repertorio) interrumpo el traje que le estaban haciendo a Paquirrín, para pedirles un descafeinado con hielo a la intemperie. Me siento, enciendo un cigarro, abro el Facebook, comento a Juanjo, leo a Buades, busco a Bebec, le doy 20 likes a José Luis, contesto a los 30 wasaps de mis hermanas, enciendo otro pitillo, elimino a 2 que no me dicen ni mú y me percato de que las muchachas siguen inmersas en la filosofía y, calculando así por encima lo que se tarda en apretar el botón de la cafetera y sacar un cubito del congelador, me levanto y me voy a la terraza de al lado. Cuando aparece la del delantal, me busca perpleja y me indica que sus mesas son las otras, a lo que le contesto que ante la tardanza he cambiado de cafetal y que el servicio se lo reclame a Jorge Javier.

Conclusión: Serrat es un iluso.

lunes, 11 de marzo de 2019

Si yo fuera rica (dubi dubi dubi dú)



Esta mañana hablaban en la radio de ser rico. Pero rico de verdad, no pastoso o con un alto nivel de vida, no, no, de ricachón de los que pocos conocemos. Como ejemplo han contado que Johnny Deep se enamoró del Caribe cuando rodó lo de los piratas; tanto que al finalizar se compró una isla y al cuestionarle sobre la excentricidad, respondió que bueno, que sí, que era una isla, pero pequeña.

Como por riqueza algunos entienden otra cosa, uno de los tertulianos (que no puedo asegurar que fuera psicólogo aunque tenía toda la pinta) le daba al término un significado espiritual, entendiendo que un rico es aquel que puede gestionar su tiempo y dinero como más le venga en gana, aunque su cuenta bancaria esté en números rojos cada final de mes. Y comprendo a lo que se refería si nos agarramos a la sentencia de que el dinero no hace la felicidad, pero es que no se hablaba de eso, ni de si uno es más happy con 90 millones de euros o si es infeliz por no tener un Ferrari aparcado en la puerta de su mansión.

A ver, que idiotas no somos y a nadie le amarga un dulce, y personalmente he soñado cientos de veces con ser la ganadora del bote de la Primitiva y empezar a repartir entre familiares y amigos, montar una galería de arte (en París) y acudir a los estrenos de Woody Allen en el mismo Nueva York, y eso no quita que sea muy consciente de que sin salud, sin gente que te quiera y sin ilusiones, el parné no te vale para nada.

Pero arrojaban datos curiosos sobre los millonarios, como que apenas dedican horas a las redes sociales (entiendo que los que me seguís diariamente estáis más tiesos que la mojama), invierten muchas más horas semanales en el gimnasio y el cuidado personal (aseados sí os encuentro, en forma tengo mis dudas) y se alimentan de una manera más sana y correcta (eso de hacer una olla de lentejas para tres días, delata vuestra precaria economía)

En definitiva y sin poder llegar a una conclusión (ya que antes de que acabara el programa he llegado a casa con la compra y Fermín no existe para subirme las bolsas) sigo pensando que el ser rico debe ser la ostia y que puedo prometer y prometo, que de llegar a vivirlo en mis propias carnes alguna vez, seguiré dibujando cada dos días para vosotros, los pobres, y dándoos likes a todo aquello que desde vuestro prisma en la inopia, colguéis. Y eso sí, estaréis invitados a mi isla en el Caribe, siempre y cuando a Johnny no le importe.

PD: Espero que la riqueza no os quite la reciprocidad.

viernes, 1 de marzo de 2019

Resistiré (como el junco que siempre sigue en pie)







A ver "si en marzo mayea en mayo marcea" entonces si en febrero ha julieado ¿en julio febreará? 
(con esta interesante reflexión que les brindo, tengan ustedes un buen fin de semana)