No diré quién ni cuándo, pero
conozco a más de una persona que está inscrita en alguna web para encontrar
pareja. Hace años, muchos, cuando todo esto empezó, yo misma me lancé a la
aventura, con un sinfín de paupérrimas anécdotas que algún día relataré. Y es
que para tal hazaña, habría que impartir previamente algún cursillo o prestar
atención a mis sabios consejos.
Lo primero que se necesita,
aunque a priori parezca que carece de importancia, es un seudónimo llamativo
pero lo justo, ya que solo con leer el nombre una (les voy a hablar siempre
desde la perspectiva de mujer busca hombre) se puede echar atrás. Los diminutivos
juguetones del tipo “pequeño pero matón” o “pitufo feliz” o “elfo del bosque
encantado” delatan deficiencias que no ayudan a la curiosidad, por lo que
recomiendo un nick que como mínimo reúna misterio sin demasía. Un tipo
elevadamente cabalístico “el conde las tinieblas” “pupilas dilatadas” o “soy de
Saturno” alejarán a la dama si ésta tiene dos dedos de frente. Elijan algo que
se delimite por la normalidad e inspire ternura sin cursilería. No a “Tocinillo
de cielo”, no a “Coulant con secreto caliente” no a “Leche condensada a
mansalva”. Si usted se llama, por ejemplo, Alberto, sea simplemente
Alberto1965, o Abt65. Sencillo, sincero, con las pistas justas y al siguiente
paso que es buscar una buena foto de presentación.
Evite, de corazón se lo digo,
todos aquellos selfies tan cercanos y con tal perspectiva que hacen que su
nariz toque la pantalla y hasta se descubra un moco; si se le han cerrado los
ojos por el flash, se ve al fondo la tapa del váter levantada, pretende imitar
al chico Martini o poner morritos como si se estuviera sacando un trozo de
chorizo de una muela, repita la instantánea hasta que parezca un ser de este
planeta que quiere encontrar pareja y no uno dispuesto a ganar un concurso de
frikis. No salga medio desnudo tirado en el sofá, usted no se parece al
musculitos de la Coca Cola, y a lo más que se asemeja es al haber caído desde
una avioneta haciendo tirabuzones.
Si el fondo es un yate, que sea
el suyo, y si lo que ha alquilado es un patín o va en la golondrina del puerto,
casi mejor que vuelva al sofá o se haga la foto allí donde de verdad pase su
tiempo, ora la oficina, ora en la cocina delante del jamón. No guiñe el ojo, no
se haga el gracioso sacando la lengua, no haga muecas para aparentar ser un
tipo divertido, parece gilipollas y pasarán al siguiente perfil no sin antes
lanzarle improperios varios.
Bien, supongamos que ya es Abt65
y tiene una foto vestidito de calle, que siendo más guapo o más feo, a algunas
puede agradar. Vamos a resumir en unas frases lo que le gusta, a qué se dedica
y qué es lo que busca.
En el 95% de los casos, lo que
más hacen los hombres en este país (según sus preferencias en estas webs) es:
1. Viajar 2. Navegar 3. Leer 4. Reuniones sociales. O sea, mentir. Y si miente
de entrada llegará un momento en el que frente a frente, en una primera cita,
le pregunten qué países ha visitado, qué tipo de embarcación tiene, cuáles son
sus autores preferidos y qué tal es su grupo de amigos. A lo que se verá
obligado a responder que no ha salido de la comarca, la zodiac es de un amigo
de su ex mujer, lee el Marca y cada domingo ve el partido en el bar de la
esquina con los del barrio.
En serio, si su vida es monótona,
dígalo. Precisamente está ahí para cambiarla, no pasa nada por escribir que le
gusta el fútbol, que está del trabajo hasta los huevos, que qué va a leer si
llega reventado y que no tiene grupo de amigos algunos porque todos se
posicionaron al lado de su ex. La naturalidad le va a dar puntos y el fantasmeo
más tarde o más temprano, se los quitará.
No hable de sexo en su
descripción; no necesitamos saber si la tiene pequeña o a lo Rocco. Si nos
interesa usted, ya lo descubriremos. No pregunte si les gusta chuparla o
practican el sexo anal. Ni cuente cuánto le dura dura, ni que es un salvaje en
la cama. Su historial sexual hasta el momento importa menos que el clínico. Sea
prudente, educado y no se deje llevar por el impulso testicular.
Omita el victimismo. No hay nada
más penoso que una persona lloriqueando por lo mal que le ha ido en el amor y
lo terrible que lo pasó con sus doce anteriores parejas, encontrando amantes en
el armario, bajo la cama y hasta en su furgoneta de reparto; está usted en una
página de citas, no en la consulta del psicoanalista. Si tiene ganas de llorar,
busque una madre.
Una vez tenga una descripción de
su manera de ser, sin copiar lo que su horóscopo dice de su personalidad,
marque las casillas dispuestas para su pesquisa, lo más acercadas a su
prototipo. No espere a que le escriba alguna a la que le tenga que decir que no
le gustan 30 años mayores y con bisnietos; indíquelo que para eso está el
cuestionario.
Acepte que usted no encaja en
ciertas búsquedas ajenas. Si piden de más de 1,80 m. con pelo, licenciados y de
raza negra, no insista en que hace de Baltasar en la cabalgata, ni que en la
mili medía 5 cm más, ni que melena tuvo en aquel entonces. Confíe en que
existirá una mujer a la que enamorar, y no acose a flechazos que no harán más que menguar su autoestima y propiciar su
expulsión de la red por plasta.
Y por favor, si llega a quedar
porque parece que lo expuesto ha llamado la atención de alguna candidata, y esa
misma mañana ha tenido un cólico nefrítico, no le diga a media cena
ilusionándola vilmente: “Mira, te he traído un regalo” y que en el interior de
un envoltorio plateado, aparezca una pedrusco vano y opaco que horas antes ha
sido expulsado por la punta de su polla, que por muy grande o pequeña que usted
la tenga, va a ser lo de menos.