lunes, 8 de abril de 2019

La conjura de los necios





Habitualmente cuando leo o me comentan alguna de las perlas lanzadas por autoridades eclesiásticas, o bien paso olímpicamente o me río por lo alarmantemente mal que están de la cabeza. Pero el problema que le veo al asunto de sus mensajes, es que -aunque parezca mentira que en pleno siglo XXI haya gente que les siga- tienen millones de fieles ovejas en todo el mundo que pueden llegar a creer sus amenazantes calumnias.

Me temo que si viviéramos en la época de la Inquisición, toda esta pandilla de enfermos serían más felices que un testigo de Jehová en una fábrica de timbres, porque tanto orgullo gay, tanta feminista, tanto divorcio y tanto pajeo libertino, los saca completamente de sus casillas.

Para muestra las últimas declaraciones del obispo Munilla en su espacio radiofónico, donde el prelado superior alecciona sobre lo que debe ser el feminismo “sano” y lo satánico que resulta reivindicar el aborto, el lesbianismo o el amor libre. Pero lo que más me ha llamado la atención, a modo de “qué cojones sabe este tipo de sexo” es su condena absoluta a la masturbación, con una frase tan demoledora como esta: “Es violencia sobre el cuerpo, porque pretende arrancarle el placer, sin vivir a cambio la verdad  del amor que le da sentido”. Y si nos acercamos a la web Info Católica para saber lo que al respecto se manifiesta, nos encontramos con la siguiente sentencia: “La masturbación es un acto intrínseca y gravemente desordenado”

Personalmente me la repampinfla todo lo que venga dictado por esta secta, aunque me molesta o más bien me preocupa, que todavía sigan amedrantando a niños y jóvenes, haciéndoles creer que conocer y disfrutar de su cuerpo, les va a llevar directos al infierno o lo que es peor, a los cursos que la Iglesia ofrece para tales caos mentales, como el de “curar” la homosexualidad que ofrece el obispo de Alcalá, avalado por toda una CEE (Conferencia Episcopal Española)

Tal vez algún católico practicante se pueda sentir ofendido por mis palabras, pero más me siento yo cuando un grupo de hombres que si se la cascan es a base de pedofilia, agarran todos los micrófonos que siguen teniendo a su disposición en un país aconfesional y de Estado laico, para calificar de abominable lo que la comunidad científica y médica asegura que es beneficioso para el cuerpo y la mente.

Si uno es ateo convencido como yo y observa a esta comunidad religiosa como un grupo de entes que sí deberían acudir a cursillos para disfrutar más de lo terrenal (incluidos los genitales)  puede hacer oídos sordos a sus homilías (aunque toda la prensa las recoja) pero ¿y si es un creyente de pro y cae en sus redes sugestionado por el pecado, el miedo y la culpabilidad?