sábado, 4 de agosto de 2018

El sexo sentido




En las últimas 3 o 4 películas que he visto, la mayor parte del tiempo lo único que hacían era follar. No es que me moleste el visionado pero le encuentro tan poco sentido como a una cinta en la que se pasen una hora y pico preparando un pollo al curry. Es más, probablemente todos podríamos aprender algo en la segunda opción y apenas nada de la primera, porque (teniendo en cuenta la media de edad de mis lectores) lo del sexo lo tenemos más o menos sabido y lo de la cría de ave con especias asiáticas estaría por ver.

Me refiero en concreto a las escenas gratuitas, esas que no aportan nada a la historia, y en las que descubres que la tipa tiene tetas y que el hombre luce culo. Pongámonos en situación. Hombre conoce a mujer, mujer a chica, chico a tío o combinación que más al gusto les venga. Tras un primer beso la cosa pasa a mayores y suben al piso, entran  a la habitación, saltan al asiento trasero de un coche, se refugian de la tormenta en un portal o se cambian la ropa en un probador. Camisas fuera, gemidos, manos por aquí, lenguas por allá y con un fundido en negro (o en blanco si lo prefieren) se transita a la siguiente escena sabedores todos de que han echado un polvo como toda pareja de amantes requiere y quiere. Por poner otro ejemplo de gratuidad, imaginemos a un protagonista que decide con toda su alevosía, cargarse a la vecina de enfrente, y para conseguirlo le asesta cuarenta y dos puñaladas. ¿Es necesario (si no hablamos de cine gore) que nos las muestren una a una con todo lujo de detalles? Según mi opinión, no. Si durante ese coito no pasa nada más relevante que el que disfruten como jabatos, es decir, si a ella no se le desencaja la mandíbula en una felación, él no le arranca el clítoris, no explota un pecho de silicona, no se le levanta ni en la décima toma,  o no la palma ninguno de un infarto, que follen, como más o menos habremos follado todos, ya lo podemos visualizar.

Pero el caso es que –y sobre todo en las películas made in Spain- si no hay cópula el argumento no da para más de diez minutos, y si se trata de ese breve espacio de tiempo y de ponerse a tono, lo mejor es que acudan a una de las cientos de miles de webs destinadas a pajearse en un momento de aburrimiento y no se tienen que tragar una de esas 3 o 4 películas que he tenido el disgusto de ver en los últimos días.

Eso sí, de saber de algún buen largometraje en el que elaboren un solomillo Wellington en condiciones, me lo indiquen, que en lo otro estoy muy puesta, pero en ternera envuelta en hojaldre, soy un auténtico desastre.

THE END