miércoles, 13 de febrero de 2019

Por qué lo llaman San Valentín cuando lo deberían llamar San Valentón?






Si se hiciera una encuesta mundial sobre el mejor sentimiento que se puede llegar a percibir, me juego mi dominio web a que por abrumadora mayoría el ganador sería el amor. Y si a su definición concreta nos referimos “sentimiento intenso del ser humano que, partiendo de su propia insuficiencia, necesita y busca el encuentro y unión con otro ser” nocivo no parece ser.  

Parece, he dicho. Porque si alguna vez habéis estado enamorados, sabréis que no hay nada más desequilibrante, bipolar y tremendamente jodido, que el amor. Vale, acepto que cuando lo del cosquilleo y las ganas de comértelo/a a besos, caminas por la vida como si hubieras crecido un palmo, te invade la euforia, saludas al cartero, ves delfines en el horizonte marítimo, adelgazas, quieres viajar a París, desayunar en la Toscana, reformar el vestuario, reír hasta viendo el sorteo de la Once, subir en globo, bajar en paracaídas, oler su camiseta, llevarte el móvil a la ducha por si llega su mensaje, y por supuesto hacer el amor (follar entonces no se folla). El problemita llega cuando –y según los estudios científicos- pasan a lo sumo dos años y todo, hasta la barriga, se cae. Y así fue, es y será.

Porque como las ruedas de un coche, la piruleta en la boca, la tinta del boli Bic o las pilas del vibrador, todo acaba por desgastarse y pasar a mejor vida. Y en este caso a mejor mariposa (que es otra cosa)

Cuando –con convivencia o sin ella- sale usted una mañana de casa y siente un peso sobre los hombros que le hace menguar dos palmos, le invade un no sé qué que qué sé yo, le gira la cara al cartero, ve un petrolero en el horizonte marítimo, se pone como un cerdo, cancela el viaje a la región parisina porque se juega el derby, desayuna un café solo en el bar de la esquina, sigue con la camisa a cuadros que le regaló en el San Valentín del año pasado, llora porque no le ha tocado el cupón, sube en ascensor y baja a pata, huele a coliflor al llegar a casa, se queda sin batería en el móvil aposta, y por supuesto folla una vez a la semana sin preliminares ni música de fondo, ha llegado usted al final de una etapa, a no saber qué le vio ni qué gracia le encontró, a decidir que el mejor sentimiento lo proporciona el escapismo, y a entender por qué a los ricos y famosos les dura menos una pareja que el chocolate en mi alacena.

Así que si se embarcan, si les tienta, si lo advierten, que sepan que tiene fecha de caducidad y estén preparados, y eso sí, mientras dure,  vuelen a París, saluden al personal, rían con los delfines y hagan todo cuanto puedan, el amor.

Feliz San Valentón!