Ayer tarde paseaba por la playa del faro, desierta gracias
a la invasión de medusas, cuando a lo lejos, cercano a la boya que sirve de
indicación a las embarcaciones, me pareció ver a alguien que agitaba los brazos
en señal inequívoca de ahogo. Rauda y veloz (como acostumbra a ser mi caminar)
me arribé a la orilla a ver de qué se trataba. Lo mío me costó correr sobre la
arena de dunas eólicas, calzada con sandalias de perlas, arrastrando mi bolso
multi usos y sujetando mis dos litros de agua mineral. Cuando llegué, el hombre,
al que reconocí de inmediato, yacía sobre los mejillones convulsionando
levemente. No era otro que el Doctor Weimberg (mi amigo el filósofo bávaro, doy
por hecho que lo recordarán y de lo contrario, dichosos ustedes).
Sin saber qué hacer en estos
casos, me arrodillé junto a su barbilla, por si quería balbucear sus últimas
voluntades y en un alemán impoluto, lúcido y elevado de tono, me gritó:
-
Fräulein Gemma, helfen Sie mir!
Por algún extraño motivo, que
aduzco a mis presentes lecturas de ascetas y carmelitas, entendí milagrosamente
su socorro y supe que requería de mi ayuda. No me quedaba más remedio, si
aspiro a superar mi pasotismo para con el prójimo, que practicarle el boca a
boca y huir por patas si la cosa iba a mayores. Aparté un moco de esos que a
todos los hombres les aparece con el agua salada, tapé sus orificios nasales y
soplé con todas mis fuerzas sobre una boca harta de ron. Puso sus ojos en
blanco, hinchó su vientre y me lanzó una lubina en plena cara, recobrando el
poco conocimiento que le quedaba y poniéndose en pie de un brinco mientras vociferaba:
-
Danke, Fräulein!
Echándole una rápida mirada de
arriba abajo, comprobé que llevaba adosada una medusa a la pantorrilla.
-
Doctor Weimberg ¿Qué demonios hace en esta playa con esta
plaga de Subphylum Medusozoa ?
-
Lo de siempre, se lo puede imaginar, intentaba poner fin
a mi vida.
-
¿Y no le parece poco propio hacerlo con ese flotador de
patito?
-
Mi naturaleza es precavida, ya lo sabe.
-
¡Vamos Doctor! ¿Por qué no se dedica a escribir otro
ensayo?
-
La literatura formal ha muerto, hay 200 millones de
blogs en el mundo.
-
¿200 millones dice?
-
¡Como lo oye!
-
¡Déjeme el flotador!
-
¿Qué le ocurre?
-
¡Que nunca conseguiré hacer nada original! Auf wiedersehen herr Weimberg!
-
Fräulein,
fräulein!!!!
-
Glu, glu, glu...