lunes, 14 de enero de 2019

Euforias de África (very out of África)




Yo nunca he tenido una granja en África, ni aquí en el pueblo tampoco, pero hay que reconocer que el cine lo convierte todo en un idílico escenario. Si han sido capaces de darle un aire apacible a la lluvia de napalm en un Vietnam apocalíptico, o convertir un campo de concentración en una vida bella, que no iban a hacer a los pies de las colinas del Ngong, por mucho que el país estuviera bajo el dominio británico, anexionando las tierras a los masais y creando granjas agrícolas para explotar el territorio y tener a toda una tribu de negros como sirvientes. Pero la imagen de esa Baronesa Bixen, contando historias al anochecer, con la silueta de los baobabs a sus espaldas, y ese erotismo que el sudado y embarrado Denys Finch Hatton exhalaba por su salacot, convertía a los europeos en unos seres angelicales que si invadían continentes, no era más que para vivir apasionados romances.

Una ha crecido con William Holden en Hong Kong, Catherine Deneuve en Indochina, Bogart en el río Ulanga, Eleanor Parker en la selva suramericana o Elizabeth Taylor en Ceylán. Y así te crees –te hacen creer- que si quieres darle una emoción fuerte a tu corazón, nada mejor que coger una mochila y largarte a un lugar lejano y peligroso, ora un escenario de trifulcas tribales, ora una expedición a las minas de diamantes, a evangelizar a cuatro indígenas o a evitar que una epidemia de ébola se convierta en pandemia universal. Cuanto mayor sea el riesgo, más aumentan las posibilidades de que eches un polvo tremendo en un mercado céntrico de Bagdad o antes de ser secuestrada por la Nueva Armada Popular en Zamboanga, un piloto con tatuajes te pille al vuelo para –por supuesto- follarte de lo lindo mientras sobrevuelas el sultanato de Joló.

No les voy a engañar. No me he arriesgado nunca a tales menesteres, en mi caso lo más probable es que un brote de malaria o la picadura de la mosca negra, me dejaran fuera de combate antes de encontrarme con Russell Crowe en tierras turcas.

Pero después de un análisis concienzudo sobre el tema, aparece la duda. ¿Y si sí? ¿Y si pudiera llegar a tener una granja en África? Voy a echar un vistazo a regiones conflictivas. ¿Alguna sugerencia?